Guillermo Martínez, ingeniero industrial, compartió recientemente su increíble historia en el programa La Tarde. Lo que comenzó como un viaje a otro continente se convirtió en un cambio profundo en su vida y en la de medio millar de personas en todo el mundo, todo gracias a su impresora 3D.
Mientras preparaba su equipaje para el viaje, Guillermo tomó una decisión que marcaría la diferencia: decidió crear cinco objetos inspirados en una empresa estadounidense. Estos objetos los llevaría consigo a Kenia, y se convertirían en una auténtica revolución en el lugar.
“En nuestra vida, es crucial encontrar manos amigas que nos guíen y nos impulsen, incluso nos proporcionen lo que necesitamos, como una mano o un brazo”, comenta Pilar Cisneros al inicio de esta inspiradora historia.
«Guillermo, tras completar su carrera en ingeniería industrial, optó por realizar un voluntariado internacional en Kenia. Y antes de partir, se le ocurrió algo especial: dado que tenía una impresora 3D, pensó en crear algo que pudiera llevar en su maleta y cambiar la vida de alguien”.
Los cinco objetos que Guillermo llevó en su maleta fueron nada menos que cinco brazos, y estos brazos marcarían un inicio de vida mejor para cinco personas del Valle del Rif. “Las primeras cinco personas beneficiadas fueron campesinos de la región del Valle del Rif. Philip, un profesor de primaria de unos cuarenta años, nunca había conseguido financiación para un brazo, pero ahora podía sostener una tiza y un libro al mismo tiempo. Estos brazos no solo son para comer, sino también para trabajar y mejorar la calidad de vida”, explica Guillermo a Pilar Cisneros.
La bondad, la generosidad y la alegría de compartir recursos con quienes más lo necesitan es lo que subraya Pilar al contar la historia de Guillermo. Él mismo describe cómo funcionan estos brazos impresos en 3D: “Son funcionales, abren y cierran la mano.
Funcionan mecánicamente, empleando mecanismos de hilos y gomas en lugar de componentes electrónicos, lo que los hace más accesibles y fáciles de mantener. Esto permite llegar a personas en todo el mundo, y si alguna goma se rompe, es fácil de reparar. Al doblar el codo, se tensa la goma que cierra la mano”.
Finalmente, el ingeniero español reconoce que su vida dio un giro completo desde que comenzó a diseñar y fabricar estos brazos. «A partir de ese momento, mi vida cambió por completo. Trabajo tanto en mi profesión por las mañanas como en la fabricación de brazos por las tardes. Durante dos años, mi día se divide entre diseñar juguetes por la mañana y producir brazos por la tarde”.
Hasta el año 2019, esta labor continuó expandiéndose y llegando a más países. Sin embargo, Guillermo tomó la decisión de dedicarse al 100% a la Fundación Ayudame3D, la cual ha crecido considerablemente.
Ahora, cuenta con un equipo de 7 personas contratadas, colaboraciones en toda España y un modelo de trabajo y financiación que permite proporcionar dispositivos de manera gratuita a quienes los necesitan. Su historia es un testimonio de cómo la tecnología, la generosidad y la pasión pueden cambiar vidas y comunidades enteras.
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